Por Wanda Espejo Contreras *
“Nel mezzo del cammin di nostra vita” es la frase con la que comienza la Divina Comedia de Dante Alighieri, una de las obras maestras de la literatura universal. Así comienza también Inferno, obra dirigida por Daniel Marabolí (Fin, Helen Brown, Bitácora sonora) y escrita por Marco Antonio de la Parra a petición de la Embajada de Italia por los 700 años de la muerte del poeta. Una puesta en escena que integra lo poético y lo sonoro y que logra estremecer al espectador en este viaje por los nueve círculos del inframundo.
El texto es una mezcla entre el original (incluso conservando versos en italiano) y una nueva versión más actual mencionando autores como Lihn, De Rokha, Pizarnik, entre otros. Haciendo así alusiones al habla chilena y a nuestra historia reciente de manera feroz y descarnada, en un recorrido protagonizado por Néstor Cantillana quien hace gala de su versatilidad (baila, a momentos canta, transmitiendo una gran gama de emociones a través del viaje por los nueve círculos), actuación que le valió ser reconocido en la categoría de Mejor actor, por el Círculo de Críticos de Artes de Chile en su versión 2021. Se trata de un un trabajo sofisticado donde el trabajo realizado por Marabolí es clave: los efectos sonoros y visuales intensos generan una atmósfera que estremece, inquieta, a momentos incluso angustia.
Está propuesta nos invita a acompañar al protagonista por las profundidades del Inframundo, llevándonos a experimentar el encierro, la sensación de encrucijada, una inquietante experiencia de ir descendiendo con él en caída libre y sin fondo. Los momentos de silencio y oscuridad en el que nos sumergimos junto a las sonoridades desordenadas, caóticas, y los efectos visuales que simulan penumbras y llamas, le dan a la obra un ritmo vertiginoso. Asistimos con el protagonista a una desconcertante visita por el averno.
Posteriormente con el diálogo entre Dante y Luzbel, protagonizado por el propio dramaturgo, se aprecia un giro ajeno al texto original que logra sorprender a la audiencia. Este encuentro asombra al mostrar un Luzbel poco convencional pues sus palabras asustan y a la vez son cómicas, generando sentimientos encontrados al poder reírnos de lo aterrador.
Estamos ante una performance de gran nivel, que nos regala un desenlace liberador pues Dante puede, al fin, salir de las profundidades del abismo, y que nos deja pensando sobre nuestra existencia, sobre la necesidad que tenemos a veces de tener que sumergirnos en el Inferno.
* Este texto fue elaborado en el contexto del Festival Quilicura Teatro Juan Radrigán, como ejercicio del Curso de Crítica Teatral impartido por Javier Ibacache (Escuela de Crítica / La Juguera Magazine).