Este jueves 4 de junio a las 19:30 hrs. en Komedor Vegetariano (Morris 533, Valparaíso), se presenta “Isidora”, documental sobre la dramaturga Isidora Aguirre (1919-2011), una artista comprometida con lo político y social, que lamentaba la banalidad con que se interpretó su obra más conocida, “La pérgola de las flores”. Aguirre fue prolífica, experimental, talentosa y visionaria respecto al mundo en que vivimos.
Por Vjera Milosevic y Jessica Améstica*
¿Quién es Isidora Aguirre? y ¿por qué es interesante leer y releer su obra? De seguro este nombre resuena asociado a la famosa comedia musical La pérgola de las flores estrenada en el año 1960, cuya protagonista, Carmela, viaja de San Rosendo a la capital a vivir con una tía que trabaja como florista. Bajo la apariencia festiva y cómica, tradicionalmente asociada al género musical, se desarrolla un conflicto político y social relacionado con la diferencia de clases y el ejercicio del poder institucional. Para su autora, la dramaturga chilena Isidora Aguirre Tupper (1919-2011), el tema social de esta obra quedó relegado a un segundo plano por la crítica de espectáculos, quienes encandilados por la actuación de Carmen Barros, la dirección de Eugenio Guzmán y las composiciones de Francisco Flores del Campo, no fueron capaces de identificar el proyecto político que esta contiene.
A la dramaturga, le sorprende que, justamente, La pérgola de las flores se haya convertido en un hito para el teatro chileno de la segunda mitad del siglo XX, y no alguna de sus producciones que realizan un trabajo de documentación más extenso y acucioso, abordando episodios contingentes de la historia nacional, o manifestando claramente el planteamiento de un nuevo orden social. Obras como Población esperanza (1959), Los papeleros (1962), Los que van quedando en el camino (1969), Lautaro (1982), Retablo de Yumbel (1985), Diálogos de fin de siglo (1988) y ¡Subiendo … último hombre! (2005), se enmarcan en este intento crítico, involucrando las revueltas campesinas, la detención y asesinato de la población civil bajo la dictadura en Chile, el cambio político que genera la revolución cubana a finales de los 50 y la adhesión al proyecto socialista. Para Aguirre, estas piezas presentan conflictos mucho más relevantes que el mostrar las vicisitudes de una joven campesina en la ciudad como, finalmente, fue interpretada La pérgola de las flores.
Entre la diversidad de su vasta producción literaria, la dramaturga comienza su carrera escribiendo comedias como Carolina (1955), La dama del canasto (1965), teatro para niños e ilustrando cuentos infantiles, para luego indagar en el drama histórico y en las formas del teatro político. Durante 50 años, escribió sin descanso, experimentando con todos los géneros. En narrativa destaca Doy por vivido todo lo soñado (1987), la autobiografía Carta a Roque Dalton (1990) y la novela póstuma Guerreros del sur (2011). También, explora en las tragedias, la epopeya, la farsa, y los dramas poéticos e históricos. Inmersas siempre en la actualidad nacional, las obras de Aguirre se construyen a partir del propósito de llevar al espectador un mensaje significativo, lo que forma parte de su proyecto estético y político. Es así como incansablemente buscó desarrollar un Teatro de Compromiso Social, en tanto la práctica teatral es concebida con un rol exhortativo y problematizador, siendo capaz de despertar al cambio, llamar a la acción y la transformación de las jerarquías sociales.
En 1970 trabaja en la campaña presidencial de Salvador Allende junto con Víctor Jara y Patricio Bunster, desde el teatro de agitación o propaganda política. En la utilización de esta modalidad, se evidencia una doble intencionalidad por parte de la dramaturga porque se intenta incluir al pueblo marginado por las élites políticas, por la indiferencia, el individualismo, y la pérdida del idealismo. Pero, también transforma las prácticas teatrales del periodo, debido a que sus propósitos exigen una experimentación en las estrategias de escenificación. El reconocimiento a su carrera artística está galardonado por el Premio Casa de las Américas en Cuba por Retablo de Yumbel, en 1987. No obstante, en Chile solo ha sido nominada al Premio Nacional de Artes Escénicas el año 2009, el que finalmente fue otorgado al actor y director Ramón Núñez.
Las obras de Aguirre no poseen finales felices, el mundo no cambia, sino que continúa la disparidad social, e incluso en sus últimas producciones los grandes proyectos políticos se presentan en crisis. Sin embargo, siempre está el amor como gesto que anuncia la posibilidad de romper el cerco de la injusticia; ahí nace la fuerza para levantarse desde la muerte, enfrentar la miseria y reconocernos como humanos frente a la devastación, los horrores políticos y la indiferencia ciudadana. Al mostrarnos nuestras fortalezas, Aguirre instaura un camino de liberación, el cual jamás estará señalado en sus obras como una fórmula a seguir, sino que se interpela al espectador y se le hace un llamado a amar nuevamente al otro y a trabajar juntos en pos de la libertad.
*Integrantes del grupo de investigación del proyecto Fondecyt “Aproximaciones a las continuidades y procedimientos del teatro chileno”.