Para el crítico y programador de artes escénicas, especializado en desarrollo de públicos, pensar una campaña desde el Estado para impulsar la participación de las personas, podría ser útil ante un escenario post pandemia. Afirma que esta tendencia global se debe más al valor que las personas le atribuyen a las artes o a la cultura que otros factores y que, por tanto, trabajar en ello es clave.
Por Equipo La Juguera Magazine Foto portada: Note Thanun
¿Cuál es tu percepción de la vuelta a la presencialidad post pandemia. ¿Cómo han reaccionado los públicos?
-Al igual que en otros contextos, hemos visto que el regreso a la presencialidad ha ido acompañado de una efervescencia que genera la sensación de que todas las personas están asistiendo a los espacios como lo hacían antes de la pandemia. Sin embargo, cuando se analizan casos y experiencias aparecen algunos matices. Por una parte, las personas han cambiado sus hábitos y prácticas, y ha aparecido un nuevo perfil de espectador. Por ejemplo, la decisión de asistir a una presentación artística tiende a ser más tardía; aparentemente, los públicos ya no programan sus salidas con tanta antelación. Existe una abundancia de estímulos que inciden en esto. Por otro lado, se ha generado un contraste entre los hitos culturales o de la industria de la entretención (como los recitales, festivales o montajes de gran atractivo) y las creaciones que tienen un énfasis artístico. Estas últimas no siempre logran un alto impacto de convocatoria.
¿Ha costado que vuelvan a la presencialidad?
– Tengo la impresión de que los espacios y organizaciones culturales ya posicionados y que durante la pandemia mantuvieron un trabajo de vinculación con sus audiencias, han logrado una respuesta positiva en un primer momento. Ahora bien, los aforos acotados que se extendieron durante la primera parte del año generaron la sensación recurrente de que -en general- las salas estaban teniendo una favorable convocatoria. Pero en los últimos meses hemos comenzado a conocer situaciones con mayores matices. En un contexto de post pandemia y alza en el costo de la vida como en el que nos encontramos quizá no baste con liberar aforos; quizá la autoridad podría pensar en una campaña más elocuente para impulsar la participación.

¿Cuál es tu mirada a nivel global? ¿Se puede hablar de una tendencia similar en varios países?
– La preocupación por los públicos es transversal en diversos contextos, sobre todo tras la pandemia. Lo grafican dos hechos: en octubre se realizó en Barcelona el primer Congreso Internacional de Espectadores que reunió a públicos de distintas geografías y que terminó en un manifiesto, y en noviembre se ha puesto en marcha la Red Latinoamericana para el Desarrollo de Públicos REDLAP que reúne a profesionales que vienen trabajando o estudiando el tema. Esto se añade a los estudios de seguimiento de públicos hechos en Estados Unidos y UK desde 2020 y hasta 2022 que alertaban que alrededor de un 30% de quienes asistían a los espacios culturales dejarían de hacerlo tras la pandemia como consecuencia de diversos factores, y que emergería un nuevo público socializado preferentemente en entornos digitales, con una asistencia más volátil a las actividades presenciales. Cuando se analizan tendencias en grandes centros urbanos se observan tres factores en común: las salas de cine han resentido la disminución de espectadores como consecuencia del streaming hogareño; los grandes espectáculos (recitales, musicales) conservan e incrementan su convocatoria de público; las artes presenciales muestran una tendencia dispar donde las nuevas propuestas artísticas enfrentan una dificultad para congregar personas en sala.
¿Qué papel, a tu juicio, juega la sensación de inseguridad en el centro de Santiago a la hora de ir o no a una función?
– Es un factor que incide en la percepción, en la actitud y en la predisposición de las personas a trasladarse por la ciudad, especialmente en el público ocasional o menos comprometido. Tengo la impresión de que es distinto el caso del público frecuente o más fidelizado por las salas o los teatros para quienes este factor no es tan relevante dado que su interés suele estar puesto en el contenido. Creo además que este tema debe ponerse en perspectiva: vivimos un tiempo prolongado de toque de queda y de restricciones para circular por el espacio público. Esto deja una huella en las personas e impacta en su percepción para volver a salir. Habría que preguntarse cómo se ha modificado la relación de los espacios con los públicos que tienen en su entorno más próximo.

¿Qué papel juega el costo de las entradas en la vuelta a la presencialidad?
– Los estudios de públicos muestran que las personas tienden a usar muchas veces como argumento que no asisten o no participan de la oferta cultural de una ciudad por el costo de las entradas, pero en la práctica sueles comprobar una contradicción porque los tickets de festivales y grandes espectáculos han mostrado una alta demanda incluso en meses con alza en el costo de la vida. Esto reafirma que el valor que las personas le atribuyen a las artes o a la cultura incide más que otros factores. Por ello siempre se hará necesario que las salas y espacios trabajen en esa dirección. Si las personas no tienen experiencias significativas con las artes es poco probable que puedan atribuirle un valor. De eso se trata -entre otras cosas- el trabajo de desarrollo de públicos.
¿Se perdió un público en la pandemia?
– Todo indica que así es. Las indagaciones hechas en Estados Unidos por Alan Brown a comienzos de 2022 señalaban que alrededor del 30% no volvería a asistir a los espacios culturales como lo hacía antes de la pandemia, o al menos lo haría con menos frecuencia. En España, la reciente Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales muestra una caída significativa en la asistencia de las personas, sobre todo en cine y artes escénicas. En Chile no tenemos estudios sobre este tema que permitan hacer una estimación. No obstante, basta con ir a las salas un fin de semana para constatar este cambio. He venido haciendo seguimiento al tema y no dudo que algo se modificó.
¿Cuál es tu mirada a futuro de los públicos?
– Ser público es resultado de un proceso de vinculación de las personas con las organizaciones culturales y las propuestas artísticas en que se da forma a un hábito de participación, no solo de asistencia a un lugar. Es indudable que la pandemia, los confinamientos, el toque de queda y el estallido social han impactado en ese hábito en los últimos años. Por otra parte, hemos vivido un acelerado cambio en las alternativas digitales de consumo cultural a consecuencia de las transformaciones que se desarrollan en esa industria. El público del futuro será cada vez más volátil, demandará mayor grado de interacción, y se implicará de otro modo con los contenidos. Esto es algo que cuesta admitir y asumir dado que muchas veces prevalece el desdén intelectual entre quienes toman decisiones; no obstante, las transformaciones en las prácticas de las personas ocurren a pesar de esto.
¿Hay algunas cifras o indicadores que te parezcan relevantes para contar?
– Vale la pena revisar y estudiar los datos que derivan de la Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales 2020-2021 de España y la serie de estudios realizados por el Audience Outlook Monitor en Estados Unidos, bajo dirección de Alan Brown. En ellos se constatan las tendencias que estamos comenzando a ver en Chile.