
Inti Castro no viene mucho a Valparaíso, pero cuando viene a la ciudad se esmera en dejar su huella en lo que mejor sabe hacer: dibujar y pintar murales mega gigantes sobre algún muro del puerto. serán siete pisos en un muy concurrido paseo turístico de la ciudad. Pero antes, pintó dos murales gigantes a la salida del metro Bellas Artes de Santiago, tapando por completo otro mural que la diseñadora Agatha Ruiz de la Prada había regalado a la ciudad. Inti también recibió de parte del Consejo de la Cultura y de la Municipalidad de Valparaíso un reconocimiento en la Plaza Cívica. En esta entrevista express, su nuevo mural, su sentimiento por el homenaje que le hizo la ciudad, mall Barón y más.
Por Óscar Aspillaga.
Cuando eras niño y pintabas en las calles de Valparaíso, ¿imaginaste que el Consejo de la Cultura y la Municipalidad te iban a homenajear en la Plaza Cívica?
No, cuando empiezas a pintar en la calle no esperas nada que venga de la institución, o sea todo lo contrario. Estas trabajando fuera de las instituciones y no tienes ninguna esperanza de formar parte de la institución, sea artística o política.
¿Con qué sentimiento recibes este reconocimiento?
Cuesta verse una metido en la cosa institucional, no me veo parte de ella, me cuesta aceptar de repente que ellos también tienen buenas intenciones. Encuentro súper positivo que sea de parte de ellos el gesto de acercamiento hacia esto, creo que de cierta forma se han dado cuenta que el artista urbano ya generó un diálogo con las personas y la interacción de este juego entre intervención y relación con las personas ya se generó hace mucho tiempo y de cierta forma la institución se vio como quizás alejada de eso. Estoy intentando ser parte de eso también, y eso es súper positivo.
¿O sea que tú crees que ha habido un reconocimiento a la labor de los muralistas o grafiteros?
Ha habido un avance de las instituciones hacia el trabajo que estamos haciendo nosotros, un acercamiento.
Causó harto revuelo mediático los muros que pintaste a la salida de la Estación Bellas Artes del Metro de Santiago, ¿qué fue lo que hiciste ahí?
Yo venía con la idea de pintar el equeco, por todo el cuento de las demandas de las personas en Chile, un sentimiento que aún se mantiene, de demandar lo básico, lo mínimo que necesita una persona para vivir. Entonces venía con la idea de trabajar con el equeco, que es el Dios de la abundancia. Este personaje no pide más de lo que necesita. Este muro era doble, pensé entonces el por qué siempre el equeco ha sido masculino y no puede ser femenino. Me puse a investigar y me encuentro con que la equeca ya la habían inventado, un colectivo de mujeres que se llama Mujeres Creando de Bolivia, hace como cuatro o cinco años, explicando a las mujeres allá que también tiene otro significado la mujer en esta abundancia, como mujer proveedora y también para un poco equiparar esa visión patriarcal que tiene la cultura boliviana o en general la cultura. Retomé este personaje que era la equeca para hacer el paralelo, trabajé la dualidad de estos dos personajes que representan la abundancia, que tienen sobre sí aquellos elementos que yo me gustaría que nunca me faltaran como chileno.
Ya hiciste un mural en el Barrio Puerto, otro que se ve desde el Paseo Atkinson, y ahora vas hacer el tercero en el pasaje Dimalow, ¿qué vas a pintar en ese muro?
No tengo idea. Pero son siete pisos de alto, un muro un poco deteriorado, estamos viendo la posibilidad de que la Municipalidad pueda restaurarlo un poco antes de pintar. Tratar de conversar harto con la gente, hacerles alguna propuesta y conversar con ellos y ver si pueden sumar algunas ideas. Yo les llevo una propuesta a los vecinos, vamos a tener una reunión, y ahí me gustaría que ellos participaran, se sumaran, a tirar ideas y que se sientan parte del trabajo.
Participación ciudadana…
Es participación pero sigue siendo una obra de una sola persona, hay una cosa que es clásica del grafiti que es el trabajo del individuo, resalta la individualidad, pero no a llegar al individualismo, como trabajar sólo para mí, es una persona que intenta hacer algo por los demás, no es el trabajo colectivo clásico del muralismo.
Yo me refería a participación ciudadana porque muchas veces imponen decisiones que tienen que ver con la ciudad…
Claro, se intenta el respetar a las personas, cuando uno intenta hacer algo que es positivo para los demás, lo mínimo es entrar en contacto con esas personas y ver si están de acuerdo o no.
Pintaste en París, en Líbano y en varios otros países, ¿cuál es el recuerdo de tú trabajo que más tienes en tú mente?
Son todos diferentes y cada lugar, cada país, cada mural, tienen historias demasiado diferentes como para decir cuál es más importante que otra, creo que son todas experiencias muy bonitas porque te das cuenta de las diferencias, empiezas a relacionarte con todo tipo de personas. Por ejemplo, en el Líbano haciendo amigos musulmanes, entendiendo su cultura, yo mostrándole la mía, entonces se genera un diálogo que te rompe esas fronteras que los medios de comunicación tienden a colocarte. Uno trabaja con estereotipos de personas de otros países y piensa que si tiene barba y las mujeres van tapadas en la cara es malo. No quiere decir que esté de acuerdo, pero si uno entra en ese mundo y lo entiendes, ayuda mucho a aceptar y eso es positivo, aceptar las diferencias, la tolerancia.
Tú eres porteño pero estás mucho afuera, acá se ha discutido harto la construcción del Mall Barón, ¿alguna opinión al respecto?
No al mall. Tenemos muchos países que han logrado desarrollarse con identidad propia, creo que aquí estamos copiando algo que no es nuestro, no corresponde copiar un modelo que viene de otro país a imponerlo acá siendo que esta ciudad tiene características propias y hay que saber desarrollarse en base a esas características. El comercio local, las pequeñas tiendas, todo eso son cosas que son propias de acá. Yo veo países como Francia donde han logrado desarrollarse, pero siguen manteniendo los pequeños negocios y hacen todo lo posible por evitar este tipo de intervenciones. El mall no es sinónimo de progreso, es sinónimo de copia y sometimiento a un modelo que no nos corresponde y no calza con nuestra realidad.