Por Napoleón Alfaro (El Salvador)*
El nudo del grupo chileno La mala clase se presentó en un escenario instalado en el espacio abierto de un parque, al fondo un triángulo de luces y una cesta de baloncesto que nos ubica en una cancha deportiva.
En la escenografía también vemos únicamente un casillero movible y la entrada de algunas sillas que de igual forma nos hacen referencia al lugar de los hechos: un centro educativo.
Tres actrices y dos actores son les encargades de realizar todos los personajes: las maestras, una mujer extranjera, el maestro de educación física encargado del taller de masculinidades, la ex profesora de inglés encargada del taller sobre feminismo. Todes, excepto los jóvenes que por algún motivo sólo son mencionados o aparecen como personajes ausentes en alguna parte de la obra.
El público se convierte en los estudiantes, cuando se dirigen a ellos como si se tratasen de las alumnas del taller de feminismo o los alumnos durante una sesión de masculinidades. Interesante decisión.
Les actores en algunos momentos parecen entrar en los clichés o zonas comunes de sus personajes, sin embargo por el tono cómico se comprende y estos “clichés” son ejecutados de manera orgánica y convincente, asumidos por el trabajo interpretativo.
Entradas y salidas, leves movimientos de escenografía para los cambios de escenas, la palabra es la gran protagonista, la propuesta pone en peso la palabra sobre el desplazamiento o acciones físicas de les actores.
Las ideas son debatidas a partir de los diferentes sucesos que se van generando, enredando y desenredando en la trama. En un primer momento se puede pensar que las diferentes situaciones en las que se ven envueltos les personajes son demasiado para resolver en tan corto tiempo (aproximadamente una hora de duración), la enfermedad de una maestra que la hace revelar un abuso en el pasado y despierta en las otras maestras de su generación el deseo de justicia por los abusos cometidos por parte de uno de los profesores en los años 50’s; la relación sospechosa entre una estudiante que ha decidido transitar de género y el maestro de educación física; la mujer extranjera (quién es representada por un actor vestido con un Burka) que ha sido escondida por una maestra ya que su marido le ha golpeado…Parece que hay mucho de qué hablar.
La trama principal de les estudiantes y otras secundarias no dejan claro en las primeras escenas hacia dónde nos conducen pero se juntan en la confrontación final que se genera con lo que está pasando entre ambos grupos, chicas y chicos se han segmentado por las ideas aparentemente opuestas que se tratan en los talleres, lo que ha comenzado a preocupar a les maestres. Las tramas secundarias no son menores ni menos importantes, de hecho ponen en manifiesto los temas vinculados al cambio de paradigmas en la institución (y en nuestra sociedad).
Cerca del final les estudiantes realizan una protesta porque se les ha dicho que ambos talleres serán suspendidos, momento que nos deja con un sabor a esperanza sin liberarnos de responsabilidad frente a las nuevas generaciones.
La obra no es o no pretende ser sobre los jóvenes lidiando con las contradicciones de nuestro tiempo o los paradigmas sobre el género y la diversidad (esta generación que parece estar mucho mejor informada y abierta). La obra es acerca de las y los adultos que tenemos mucho por desaprender y muchas cosas por sanar relacionadas a la violencia de género y el abuso de poder que en estos espacios se ha naturalizado por mucho tiempo y que en muchos sigue siendo algo muy cotidiano, aún en la actualidad.
La educación también ha cambiado y nunca es tarde para aprender que seguimos en la búsqueda de relacionarnos de maneras más horizontales.
* Este texto fue elaborado en el contexto del Festival Quilicura Teatro Juan Radrigán, como ejercicio del Curso de Crítica Teatral impartido por Javier Ibacache (Escuela de Crítica / La Juguera Magazine).
Ficha artística
Dramaturgia: Isidora Stevenson y Bosco Cayo
Dirección: Aliocha de la Sotta
Elenco: Bosco Cayo, Paulina Giglio, Cecilia Herrera, Jaime Leiva y Mónica Ríos
Diseño de iluminación y escenografía: Rodrigo Leal
Diseño de vestuario: Felipe Olivares
Universo sonoro: Fernando Milagros
Voz rap: Catalina Cornejo Paillamil
Producción: Francesca Ceccotti
Asistencia de dirección: Sebastián Ibacache
Una coproducción GAM