El caminar silente

Vivian Caccuri
Vivian Caccuri

En 2012 empecé en Brasil el proyecto “Caminar Silente”: un viaje de ocho horas de duración para un grupo de diez a quince personas que recorren áreas y espacios urbanos de sonido intenso. Edificios, terrazas, caminos subterráneos, locales aislados y espacios religiosos son ejemplos de los lugares donde la expedición transita en voto de silencio.

Por Vivian Caccuri, artista brasilera invitada del Festival TSONAMI 2013

Durante el paseo, es común que el grupo se encuentre con situaciones que desafían su repertorio de comunicación no verbal y eventos que pasarían desapercibidos en un día ordinario. En los viajes, busco condiciones que permitan al grupo no tanto observar sino más bien percibir activamente la ciudad a través del silencio: con diferentes grupos, visité la Secretaría de Seguridad Pública, las habitaciones del BNDES (Banco Nacional de Desarrollo) y los interiores del monasterio de San Bento, todos en Río de Janeiro.

En diciembre, durante el festival TSONAMI de Valparaíso, voy a construir un camino que utiliza la topología de la ciudad, su cultura y su ritmo. El objetivo es reconstruir la lógica en la que creamos sentido y función del espacio urbano, y una ciudad costera como Valparaíso ofrece puntos de observación del paisaje que permiten al participante elegir y cambiar perspectivas visuales y sonoras.

Lo que me motivó para crear este proyecto fue el deseo de la exposición a una amplia experiencia presente para desacondicionar la percepción sometida al pragmatismo y la comunicación digital.

Renunciar al lenguaje verbal, además de hacer el aspecto sonoro de la ciudad más evidente para el participante, estimula otros tipos de atención y consciencia del caminante. El voto es un atajo de salida del tiempo dictado por el ritmo del capital: para cultivar una interacción menos superficial, con lo que nos rodea en la metrópoli también es necesario revisar la relación que establecemos con el tiempo y con los espacios privados y públicos. De esta manera, el caminar como fin en sí mismo es un ejercicio para ponerse en contacto con los instintos que se oscurecen en el cotidiano.

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