Este relato nace, para bien o para mal, de la triste Ley 20.000. Lo que empieza como una detención por marihuana termina en el subsuelo de la ciudad, en un reino paralelo.
por Danilo Vega Macaya, periodista.
Lugar: retén Justo Silva Toro de Cerro Placeres
Hechos: A las 18:30 horas, se recibió un llamado anónimo al Plan Cuadrante de Seguridad Preventiva Nº 15 del retén de Carabineros Justo Silva Toro (Placeres). Una mujer, que no quiso identificarse por temor a represalias, informó que en el camión recolector de basura municipal, (que se mantenía estacionado específicamente en el pasaje La Peregrina con Cabritería Poniente, cerro Los Placeres, Valparaíso), se encontraba un trabajador que vestía jeans azul, con reflectante color salmón, con un gorro color verde, manteniendo en uno de sus bolsillos del pantalón, una cantidad indeterminada de envoltorios contenedores de droga. El sujeto en cuestión efectuaba una venta a jóvenes del sector.
La mujer que denunciaba cortó el llamado. Luego llamó de nuevo y dijo que todo era mentira. Luego de una discusión entre los oficiales Manríquez y Mena, decidieron llevar a cabo un operativo. Fue así que personal de dicho destacamento concurrió a verificar la información, ubicando al camión recolector de basura. Más tarde se observó que cercano a éste se mantenía el sujeto con las características aportadas por la persona anónima. Se encontraba acompañado de un adolescente que vestía chaleco color azul. El joven al ver la presencia policial cubrió su cabeza con el capuchón de su polerón, retirándose del lugar en forma rápida, quedándose en el lugar solo el sujeto denunciado.
Se efectuó el control de identidad, siendo identificado como M. O. V. M., apodado “El Conejo” de 52 años, quien no registra antecedentes penales. Se le consultó por el joven que momentos antes se había retirado, mencionó que no lo conocía. Se procedió a un registro de sus vestimentas y bolso tipo banano encontrándole una bolsa de nylon color negro con la cantidad de 22 envoltorios de papel blanco cuadriculado y un envoltorio papel diario, todos contenedores de marihuana prensada. Más la suma de $ 71.600 (setenta y un mil seiscientos pesos ) en dinero efectivo, procediendo a su detención dándole lectura de sus derechos.
Más tarde se fiscalizaría en su domicilio. En el lugar se apersonó una patrulla de la sección del OS-7 que en conjunto ingresaron por una ventana. Según relató de uno de los miembros de la patrulla, en el interior existía un grupo de personas todas con aspecto de drogadas. Algunos corrieron por el patio saltando la pandereta de la vivienda. Ninguna droga pudo ser encontrada por lo que se procedió a interrogación de los sujetos que ahí se encontraban. Destacó entre ellos uno llamado “El Chico”, quien explicó que en el lugar no existían drogas. Nadie en la patrulla coincidió con el comentario. Uno de los miembros de la patrulla encontró un promontorio en el patio, una especie de levantamiento del suelo.
Se procedió a intervenir en el lugar dándose con una tapa de un gran desagüe. De inmediato parte de la patrulla de la sección del OS-7 bajó a un subterráneo. Con ellos bajó también el individuo llamado “El Chico”. Luego de una larga caminata por una especie de callejón los miembros de la patrulla OS-7 que descendieron notaron un calor extraño en el lugar, “El Chico” les dijo que tenían que seguir caminando que unos metros más allá existía una salida y les recordó que aquel lugar no era más que una vieja cañería perteneciente a un sanatorio de origen alemán y que ahí se perdía el tiempo. Parte de la patrulla del OS-7 escuchó sonidos provenientes del fondo de aquel desagüe por lo que se pusieron alertas, llevando a cabo un operativo de prevención en caso de alguna situación sorpresiva. Uno de los oficiales tomó por el cuello a “El Chico” y caminaron lentamente por entre la oscuridad.
Los sonidos, aseguraron los miembros del OS-7, eran una especie de silbido, un resoplido. Cuando llegaron a la zona iluminada vieron que una hilera de ampolletas de ahorro colgaban de un techo alto. Cegados por la luz y la confusión todos bajaron la mirada y observaron muchos escombros, polvo y desperdicios por entre los que caminaban cucarachas y otros roedores.
En un rápido operativo, con el fin de establecer si es que todos los funcionarios que descendieron por el desagüe se encontraban ahí, la patrulla se enumeró. Según registro, en ese punto sólo cuatro funcionarios se encontraban vivos y conscientes, pero como nadie supo muy bien cuantos habían descendido no se pudo establecer si es que alguien había desaparecido. Uno de los patrulleros dijo que sí, que uno había desaparecido, la situación aún no está esclarecida.
El lugar descrito por los funcionarios se resume en una especie de torre o gran mall abandonado con los pisos derruidos y las escalas mecánicas aún en pie, algunas inclusive llevando a la nada, con entrepisos inexistentes y locales llenos de personas vagabundas, escombros, basura y hasta incendios por los que nadie parece preocupado. La patrulla fue mirada con desconfianza por parte de todos los habitantes del lugar, al cerciorarse de dicha situación los cuatro funcionarios adoptaron posición de resguardo colectivo y agarraron sus macanas en caso de ocurrir algún ataque. El sujeto nombrado como “El Chico”, les mencionó que efectivamente ahí no pasaba nada, que no debieron haber descendido por el desagüe, que lo siguieran sin demora. Por lo que la patrulla del OS-7 se dedicó a seguir a el sujeto por entre el destruido inmueble y por entre personas que él iba saludando y que a ellos los miraban con total desprecio y hasta enojo.
Luego de caminar, escalar, saltar y colgarse de sogas tendidas desde el techo. Los funcionarios del OS-7 llegaron al piso más alto del inmueble en donde un grupo de unas diez personas se encontraban sentadas alrededor de mesas rejuntas. Al final, montado sobre un asiento que parecía haber sido arrancado de un local de comida rápida, un hombre de unos 50 años de barba cana y ropajes, presumía de ser el jefe de toda la organización.
El sujeto conocido como “El Chico” mencionó que quien se encontraba frente a ellos era el Rey del Borde, el Gran Protector de la Hierba y sus Mundos: Don Gustavo Pavez Manríquez. “Ellos, señor, son esos sujetos que usted ha imaginado y amablemente ha arrastrado hasta su corte”, indicó “El Chico.” El Rey miró estupefacto y dijo: “Son los del OS-7?…”. Todos afirmaron. Él dijo excelente y luego no se calló según le consta a los funcionarios que a esa altura y según indicación de los mismos, se encontraban con mucho miedo, tanto así que uno de ellos hasta se orinó. “No te preocupes, acá ninguna orina es real, nada moja en los pantalones. Ustedes que creen estar convencidos que son de una patrulla del OS-7 al servicio de la prohibición de estupefacientes y se van a tomar en serio una meada echada por un hueón cagado de miedo…. ja me dan risa. El asunto es que hace algún tiempo yo fui director regional de Conaf y tuve que ver en este descalabro que todos ustedes ven. Yo fui el gestor de que la población se perdiera materialmente. Yo fui el culpable de que la población brotara hacia su interior. Yo fui el que prendió fuego a las miles de hectáreas de hierba canábica ubicada en sectores aledaños a las grandes ciudades del sur chileno. Yo les prendí fuego sistemáticamente y así como todo ardía, el humo se coló por entre calles y ventanales. Las mentes de las gentes comenzaron a tener revelaciones interesantes. Eso sí la mayoría, al día de hoy, está perdida, nuevamente. Todos esos pensamientos que al día de hoy ellos tienen, son solo sicoseos que erraron en la búsqueda de un mundo mejor. Finalmente terminamos devorándonos mentalmente. Creando múltiples mundos. Instantes pegados paralelamente a este. “El Chico” que los ha guiado hasta aquí, cuida una de esas rendijas mentales desde el otro lado. Él no duerme con tal de vigilar las curiosas partículas de pensamiento que se acercan al desagüe. Acá, como nunca lo estará en su tiempo, todo está permitido. Las madres aborteras caminan con numerosos cordones umbilicales colgando por entre las piernas, los hombres se devoran los unos a los otros, las drogas los han violentado por episodios y todos tienen finales abruptos, acá casi no hay ancianos que conserven testimonio de nada. Todos mueren de forma trágica. Creo que soy el más viejo y como tal en mis devaneos los he pensado a ustedes, mi tropa. Los he pensado a ustedes con el fin de generar la última modificación que puede que lo cambie todo para bien y detenga este desastre progresivo. Por eso necesito que me trasladen y me presenten ante el señor Fiscal de turno y evite la detención de quien ha provocado toda disrupción: el recolector de basura”.
Según consta en el diario de hechos, luego de que el sujeto que se hacía pasar por funcionario de una repartición de gobierno dejara de hablar, funcionarios del OS-7 procedieron a su detención y lectura de derechos. Ninguno de los habitantes del lugar hizo nada por detenerlos y hasta el sujeto conocido como “El Chico” parecía detenido en sus alucinaciones o incluso hasta pausado. En su camino de regreso por el edificio y desagüe el detenido resultó con innumerables heridas y contusiones. En el registro de rutina consta que fueron decomisados 255 gramos de marihuana prensada.