
Por Equipo LJM
Este señor es lo que la institucionalidad llama pomposamente un tesoro patrimonial vivo. Vivito y coleando agregamos desde acá porque es un tesoro de simpático este porteño que llegó al mundo el 2 de diciembre de 1931, el año de la Gran Crisis, como dicen otros nacidos ese mismo año (el padre de Neoporteña sin ir más lejos). Y nacido no en cualquier lugar sino que frente a las míticas quintas de recreo del cerro San Roque. Todo lo que era, y es, el Far West porteño.
El papá, carpintero de Nogales aficionado a la guitarra, y la mamá oriunda de Peñuelas, no alcanzaron a criarlo muchos años porque murieron cuando él aún era niño. Pero siguió en ese lugar y crecio fascinado por el ambiente de las quintas de San Roque donde comenzó a escuchar la música que después habría de cultivar. A los 14 años formó su primer conjunto bautizado como Los Demonios del Copacabana donde se aplicaban con marchiñas, choriños y guarachas en diversos clubes de Valparaíso.
Su debut más en serio lo hizo unos años después en la Quinta Gutiérrez, en San Roque, cuando el baterista faltó y el joven Elías, ni tonto ni leso, lo reemplazó. Según recuerda, sus casuales compañeros eran músicos mayores que tocaban foxtrot, boogie woogie, corridos y valses con guitarra, piano y banjo. Al domingo siguiente de nuevo lo solicitaron y en un principio el joven Zamora se escondió porque le avergonzaba tocar en público, pero cuando vio los cien pesos que le pagaban por la jornada dejó de lado el miedo a la plancha.
Convertido en una suerte de luthier, Elías fabricó solito su primera batería. El adolescente se las arregalaba para mantener su instrumento de la mejor manera que podía dentro de sus posiblidades: para evitar que el cuero del tambor aflojara lo mantenía temperado con el calorcito que salía de unas brasas calientes puestas en un tarro. Como no tenía un atril para los platillos los colgaba del techo de la ramada. Amor puro por el oficio. Por esos años se desplaza por toda la región: San Roque, rodeos del valle del Acocagua, Olmué, Llay-Llay y Alto del Yugo, además de locales nocturnos del puerto, como El Nunca se Supo de calle Chacabuco.
En los último 25 años ha sido parte de Los Paleteados del Puerto, uno de los grupos de cueca más renombrados del país. Han sido invitados a eventos como el Festival de Viña del Mar y los premios APES, además de ganar en 2004 el premio Altazor. Desde el 2000 Elías también participa en el grupo La Isla de la Fantasía con quienes ha grabado Cuecas porteñas (2001), A cueca limpia (2006) y Memoria porteña (2009).