Una conversación con Rodolfo Muñoz sobre la fotografía en la era digital, a propósito de la exposición de su trabajo De visita en… Petropavlovsk-Kamchatsky en la microgalería 1:1 del Espacio Dinamarca.
Por Pedro Donoso
La ciudad de Petropávlovsk está lejos, muy lejos. Si preguntamos a cualquier persona por la calle, ¿quién podría ubicarla en el mapa? De cierto modo, casi ni existe para nosotros, pese a ser el centro administrativo, industrial, científico y cultural de la península de Kamchatka, que se extiende al oriente de Siberia. Desde Rusia habría que atravesar toda la estepa nevada para llegar a sus calles, extendidas frente las aguas del Pacífico norte. Pero si miramos al mapa y trazamos una línea recta hacia el hemisferio opuesto, a 15.476 kilómetros, bañada también por las aguas del mismo Océano Pacífico, nos encontramos con nuestra ciudad-puerto de Valparaíso.
Para recorrer esa enorme distancia, el fotógrafo Rodolfo Muñoz (Valparaíso, 1990) ocupó la tecnología más habitual: suprimió el viaje real y con los clics correspondientes, alcanzó un punto que estaba en un lugar inalcanzable en la realidad. Este mecanismo automático funcionó como un viaje imposible, una forma de fantasía real posibilitada por la tecnología que hoy domina nuestra existencia: la navegación virtual. Su fotografía de gran formato ocupa hoy un pequeño espacio expositivo en el Espacio Dinamarca, pleno cerro Panteón. Desde allí, bajo unas escaleras, Rodolfo organiza este observatorio de punto fijo a otro lugar del mundo. La imagen muestra un puerto, autos estacionados, barcos repartidos. La imagen nos resulta familiar y a continuación nos preguntamos: ¿dónde estamos? A partir de ese momento podemos ponernos a pensar en esa lejanía traslada a través de una simple imagen, de un viaje inexistente pero totalmente visible. Ese es el modo de funcionamiento de la imagen en los tiempos que corren: de cierto modo, hoy más que reproducir lo real, la fotografía provoca una serie de coincidencias. Conversamos un momento con Rodolfo sobre estas experiencias imaginarias.
-¿Cómo llegaste a Petropávlosvk? ¿Qué pensaste al dar con su imagen en el computador?
-Llegué a esta ciudad a partir del ejercicio primero de tomar la Galería 1:1 como georeferencia. Luego realicé una línea perpendicular desde la pared de la galería hacia el Océano Pacífico, extendiéndola hasta “chocar” con un elemento continental. Así dí con este puerto. Cuando empecé a realizar entonces las caminatas virtuales por esa lejana ciudad que aparecía en mi pantalla, me sorprendió muchísimo su relación visual con San Antonio. Y se me ocurrió la idea de construir esta ventana de Valparaíso directo a Rusia. Creo que nos podemos relacionar de alguna manera con ese paisaje. Gracias a la ilusión de la fotografía, vemos unos cuantos elementos y pensamos en nuestras experiencias más cercanas. Solo al encontrarnos con la escritura en cirílico empezamos a comprender que no estamos en presencia de un puerto chileno.
-¿Cómo ves la evolución de la fotografía? ¿Podemos llamarla aún fotografía pese a ser un procedimiento de archivos digitales y software en el que el mundo es un montón de pixeles?
-Mucho se ha teorizado sobre esto y no sé si seré el indicado, pero a mi los pixeles no me molestan; es una grafía de 1s y 0s, hecha a partir de la luz. En ese sentido, la fotografía no ha cambiado mucho desde los tiempos de Daguerre. Los elementos son más o menos los mismos, hasta los mecanismos y dispositivos. Donde se pone interesante el asunto es en la circulación de las imágenes digitales, los escaneos, las digitalizaciones de fotografías antiguas… todas ellas son traducciones de un lenguaje a base de aluros de plata a uno binario.
–Pero, ¿cómo funciona esta imagen con la realidad que retrata?
-Es interesante el juego o la negociación que tiene que hacer la imagen digital en pos de la rapidez de su circulación: para viajar más rápido tiene que perder calidad, como dice Hito Steyerl. Ese pensamiento me gusta mucho, nos permite, hace un rato ya, trabajar con imágenes no necesariamente de alta calidad, ni necesariamente hechas por nosotros. Sacrificamos la calidad para poder hablar de cosas que nos interesan, más allá de nuestras capacidades físicas de realización.
Por otra parte, veo que la fotografía analógica se ha incrementado a pesar de que se dijo que había muerto. Y está muy bien que así sea. Ahora, eso no quiere decir que la digital disminuya, por ningún motivo. Los procesos híbridos son mucho más comunes, y pueden ser muy interesantes en términos de procesos creativos, donde tener negativos de gran formato nos permiten tener una calidad impresionante sin tener que adquirir cámaras tan caras.
Yo creo que no hay problema en llamar a todo esto fotografía, aunque a mi me gusta más usar la palabra imagen. Relacionarse con imágenes y no con fotos nos ayuda a trabajar con fotografía, procesos fotográficos y un montón de técnicas, materiales y posibilidades más.
-La visibilidad de todo el mundo, ¿crees que nos ayuda a conocer mejor la realidad o, al contrario, el exceso de imágenes no nos permite ver lo real?
-El exceso de imágenes nos ayuda a ser más críticos. El cineasta alemán Harun Farocki nos dice que desconfiemos de las imágenes, por su producción, su reproducción, por la tecnología que se ocupa ahora, y las maneras de intervenirlas. Desde los comienzos de la fotografía muchos han falseado, intervenido y dirigido su contenido en pos de cualquier postura o vaya uno a saber que. ¿Por qué no falsearlas ahora, con todo el avance tecnológico? No hay que olvidar que la fotografía ha sido manipulada desde el laboratorio, que sea analógica, en ningún caso nos dice que no puede ser falseada, se empezó a falsear ahí. A mi no me tienen que creer que la imagen que les presento es efectivamente de Petropávlovsk. ¿Por qué habrían de hacerlo?
Rodolfo Muñoz (1990, Valparaíso), máster en Fotografía, Arte y Técnica de la Universidad Politécnica de Valencia, trabaja el traslado de la imagen como una posibilidad de viaje inmóvil.
De visita en… Petropavlovsk-Kamchatsky está en expuesta en Microgalería 1:1 (Dinamarca 399, cerro Panteón) Horario: 9.00 -18.00 horas (L-V)
Más información: www.dinamarca399.cl